Martina tiene la clave de su ansiado rescate en ‘La Promesa’, pero caerá en saco roto
Después de los peores momentos que le ha hecho pasar el personaje de Santos a la sirvienta Vera, la muchacha parece no tener ya casi miedo en romper su acuerdo con el hijo de Ricardo en La Promesa. El lacayo podría ver su poder mermado sobre su supuesta novia a partir de lo sucedido en el episodio de este lunes de la serie de La 1 de Televisión Española, que se ha emitido a las 16:45 horas, tres cuartos de hora antes de su horario habitual.
En capítulos anteriores de la ficción interpretada por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, entre otros, Lope impidió que Santos abusara nuevamente de Vera. Un encontronazo que llamó la atención de Ricardo, y por el que Vera y Santos perjuraron que no se debía a otros motivos que a “cosas de novios”. Sin embargo, Lope invitó a su enamorada a que hablase de una vez, pues sabía que no estaba bien con Santos.
En el capítulo de hoy, Vera ha reconocido que no quería a Santos y nunca lo había querido. El cocinero ha preguntado qué le obligaba a seguir con él, pero ella no ha querido ahondar en sus explicaciones: “No puedo hacer otra cosa”. Lope ha pedido que siguiese, pues estaba desquiciado y con el corazón roto por su ruptura. La sirvienta le ha pedido que no le pidiese que le contase más de lo que le iba a contar: “Yo estoy haciendo todo esto porque Santos sabe algo de mi pasado que nadie más puede saber”.
Lope ha definido como chantaje lo que le estaba haciendo Santos, y le ha alertado con que las intentonas del lacayo de tocar a su “novia” iban a ir a más. “Habrá un día que te hará algo que lamentarás toda tu vida”, ha avisado el cocinero, antes de marcharse.
Ayala se venga de Petra
En su encuentro nocturno, Petra le ha contado a Gregorio que no daba “ni un ápice de credibilidad” al rumor de que Pía se había quitado la vida. El ama de llaves ha contado su teoría de que Jana debía ser colaboradora de aquella pantomima, y el que fuera mayordomo del palacio le ha pedido que la tuviese vigilada y no le dejase salir bajo ningún concepto. “Lo primero es comprobar si murió realmente”, ha pensado Gregorio, “y sé cómo hacerlo”. ¿Qué planea el asesino?
Más tarde, Ayala le ha pedido a Petra que no difundiese su “absurda” teoría de que el conde se envenenó a sí mismo. El ama de llaves ha atado cabos sobre cómo consiguió Ignacio el veneno: Martina no lo compró en el boticario, según le ha afirmado el vendedor, y hacía poco que el conde había recibido un pequeño paquete.
Lope, a Vera: “Habrá un día que te hará algo que lamentarás toda tu vida”
Ayala ha preguntado si todo aquello lo hacía por fastidiarle, y así ha comenzado una especie de partido de tenis, en el que cada uno se ha lanzado amenazas al otro. “Margarita no te va a volver a mirar en la vida”, ha asegurado, Petra, a lo que Ignacio le ha contestado que si él caía, ella también lo haría, pues pensaba airear que él era el padre de Feliciano. Petra ha pensado que aquello sería tirarse piedras sobre su propio tejado, y él ha respondido que diría que fue ella quien le llamó para que acudiera a La Promesa, y demostrar así que Cruz era la culpable de la muerte de su hijo.
Durante el almuerzo, Cruz atacaba a Margarita e Ignacio por no estar investigando cómo llegó el frasco de cicuta a la habitación de Martina. La marquesa ha recordado que la habían internado mientras supuestamente iban a investigar el caso, pero le parecía que allí nadie estaba haciendo absolutamente nada. “¿Alguien quiere saber de verdad qué ha sucedido?”, ha cuestionado una exaltada Cruz.
Posteriormente, Ayala se ha acercado a Cruz para pedirle disculpas, y la marquesa le ha repetido que no le veía mover ni un dedo para descubrir quién le había envenenado. El conde ha aprovechado que Petra estaba también en el salón, para invitarla a la conversación, y que diese su aportación. De esta manera, Ayala ponía en un amenazante aprieto a la doncella: “¿Sabes algo que le pueda interesar a la señora marquesa, o se te ha comido la lengua el gato?”. ¿Delatará Petra a Ignacio, desatando así todos los secretos que unen al noble y la doncella?
Martina se lo juega todo
En el sanatorio, Martina ha cogido la pulsera de plata que Curro le regaló en el pasado y que tan buenos recuerdos le brindaba ahora. Juana ha interrumpido su ensoñación, cuando le ha regalado papel y lápiz para que su compañera pudiese escribir una carta a su amado. Juana ha explicado que, cuando le llevaban a la enfermería por sus dolores de cabeza, a veces aprovechaba que dejaban de vigilarla para curiosear por el armario, donde las enfermeras guardaban de todo.
Martina le contaba en la carta a Curro que su vida ahora era diferente, y que todo había ido a peor. “Me obligan a tomar pastillas todos los días”, confesaba la chica en sus líneas, quien temía que le sucediese lo mismo que a Eugenia, la madre adoptiva del soldado.
Martina ha escrito la carta, y ha pensado en sobornar al celador con la pulsera de plata para que realizase el envío de la misma, tal y como Juana había sugerido. La prima de los Luján le ha cedido a Juana tanto la pulsera como la carta. ¿Llegará a buenas manos o le engañará su compañera, con todo pronóstico? Solo una misiva así podría impulsar el regreso de la guerra de Curro, para que fuese en su rescate, en el caso de que este siga vivo.